El tocamino de Dacia ha cosechado halagos en todo tipo de escenarios. Prensa especializada, público y clientes han dado la razón a la filial lowcost de Renault a la hora de plantear un coche con capacidad para ejercer de vehículo familiar y de ocio con total solvencia en las más diversas circunstancias. Tras una semana al volante damos fe de ello.
Enfrentarnos a un todoterreno compacto (nada de crossover con medias tintas), capaz de satisfacer las necesidades camperas del 99% del público que sale del asfalto, con un eficaz y nada gastón bloque diesel, de origen y por tanto fiabilidad Renault, con una efectiva tracción integral que procede del banco de órganos de Nissan, y con un amplio habitáculo con capacidad de carga por encima de los 450 litros de maletero por una tarifa final que no supera los 20.000 euros, es sin duda una propuesta a la que es difícil encontrarle rival.
Partiendo del hecho de que la publicidad es siempre engañosa, está claro que ese precio está muy lejos de los 10.900€ que salen en los carteles comerciales de la marca, pero la realidad es que se puede llegar a adquirir un Dacia Duster por ese coste. Es más, estoy seguro de que, salvando el aire acondicionado, imprescindible en estas latitudes, el cliente que lo haga estará muy satisfecho con su compra, pues la máxima de que menos es más se cumple con este coche a la perfección, y de ahí su enorme éxito comercial en países tan exigentes como Francia o Reino Unido.
Esas unidades básicas son las ideales para los entornos rurales, para gente que machaca los caminos a lomos de reliquias como el Renault 4L o las indestructibles furgonetas Citroën C5, pues el Duster resolverá todas las labores del campo con la rudeza y solvencia que se espera para un vehículo de estas condiciones. Su presencia en las ciudades es sin embargo cada vez más destacada, y tras pasar una semana a los mandos de la versión tope de gama te das cuenta de que con este coche sucede que, cuanto más lo utilizas, más lo aprecias.
La versión Laureate con tracción integral que hemos tenido de prueba es un vehículo que no me duelen prendas en calificar de serio. Su estética es controvertida, pero salvando un frontal demasiado cuadriculado y obviando un logo carente de glamour, la realidad es que los abultados pasos de rueda, el atractivo color tierra disponible para la carrocería o los modernos grafismos componen una silueta muy varonil que resulta atractiva. No es el último grito, pero con cuatro detalles como el escape cromado, las barras del techo y los retrovisores en contraste gris y los cristales tintados el aspecto no desmerece.
Un verdadero todoterreno
Si además se ha optado por la eficaz transmisión 4×4, derivada ni más ni menos que de los crossover de Nissan, las aptitudes camperas serán muy altas (a costa de perder unos litros de maletero debido al cambio de las suspensiones por cierto), convirtiendo al Duster en el mejor SUV del segmento de lejos. Sus cualidades le equiparan a un verdadero 4×4, y podrá pasar por zonas de barro y agua o escalar y descender pendientes a las que costará enfrentarse a no ser que se sea un “cuatrero” experimentado.
La sencillez es de nuevo la clave de su gratificante funcionamiento en estas lides, con un diferencial que puede bloquear la tracción al 50%, sin reductora pero con una caja de cambios que tiene las 3 primeras marchas bastante cortas y con una rigidez estructural a prueba de zanjas y de cruce de ejes. Esta personalidad tan campera tiene su contrapartida en un comportamiento algo más rudo en ciudad y carretera y unos consumos más elevados de lo deseable, pero nada exagerado. En curvas la suspensión sujeta la carrocería del Duster adecuadamente, el ESP trabaja sin mucha intromisión y los frenos cumplen su función a pesar de contar con tambores traseros, gracias a un tonelaje contenido también derivado de su genial sencillez técnica.
El habitáculo es amplio y confortable. A los asientos les pediríamos algo más de sujeción lateral, y aunque la radio lleva Bluethooth, estamos deseando que lleguen los últimos avances de conectividad multimedia vistos en el Dacia Sandero para que el conjunto se muestre más moderno. El túnel de transmisión no obstaculiza a los ocupantes de la fila trasera, y el confort acústico es correcto hasta 130Km/h, elevándose luego exponencialmente al igual que los consumos dada su poca aerodinámica.
Para conseguir unas tarifas ajustadas hay detalles con los que habrá que acostumbrase a convivir en el Dacia Duster, pero ninguno supone una traba de importancia. El interior tiene una calidad y ajustes acorde con su factura, o sea justos, la situación de los elevalunas eléctricos y otros elementos como el ESP prima el ahorro de cableado, y los automatismos se limitan a lo justo y necesario, pero entre el equipamiento de esta versión no faltan los pespuntes de la sufrida tapicería (de fácil limpieza) en rojo o la posibilidad de montar control de velocidad. Darse cuenta de que las puertas son las mismas que las del Sandero ya es para nota.
Estamos pues ante un coche de lo más completo, un vehículo para los que valoran la verdadera utilidad de los productos que compran y no su capacidad de representación social que nos puede llevar del punto A al punto B con total garantía independientemente del estado de la carretera o camino por el que circulemos. Cada euro invertido se transforma en eficacia de uso en el Dacia Duster, y es probablemente uno de los principales causantes de que la satisfacción de los clientes de la marca sea tan alta.
Nuestra nota: 8,3