
El lunes los responsables de Opel nos llevaron a una representación de periodistas españoles del motor a Paris para enseñarnos los resultados de su taller de diseño sobre su modelo comercial más importante, el Opel Astra. No es baladí la cosa ni la paliza que nos pegamos, pues al hablar de un coche que está en venta desde los años 60 y del que se venden más de medio millón de unidades al año, junto con su marca Vauxhall en el mundo anglosajón, el asunto pinta serio.
El nuevo Opel Astra supone un paso más en el segmento de los vehículos compactos, y aupado e inspirado por su hermano mayor el Insignia, Coche del Año en Europa y del que toma más de una idea y conceptos prestados, el Astra pretende democratizar la tecnología en el segmento C, elevando a la máxima potencia las posibilidades de su modelo talismán. Pero claro eso es sobre el papel, ¿lo aguanta la realidad y el ojo crítico de un conductor cada vez más exigente? Veámoslo.

La unidad de preproducción que pudimos ver y tocar en directo sorprendió por su estética y dimensiones, bebiendo de las fuentes del Insignia en todos sus detalles. Su mirada de águila recuerda a la de aquel, sus aristas laterales le dan la misma fuerza visual y demuestra un profundo trabajo aerodinámico, donde los 30 grados de inclinación de su escultural parabrisas le deben otorgar un buen Cx, y su trasera está llena de personalidad y fuerza, sin duda la parte más conseguida.
Ellos dicen que es un coche con un claro enfoque deportivo que no pierde el toque de elegancia necesario, y la verdad es que en mi opinión, sin adoptar una línea rompedora, es mucho más bonito que la versión a la que sustituye, abandonando cierto toque macarra que no me convencía. Ahora parece mucho más coche y se presenta con muchas más armas para plantar cara con la cabeza bien alta a la nutrida y variada competencia.
Esta deportividad no impide que la ergonomía del Astra haya sido también estudiada para que las cotas interiores sean de las mejores de entre sus rivales, con una ganancia de 62 mm en altura y 70 mm longitudinales que se notan de verdad a la hora de acomodarse en su interior. Los 17 centímetros que aumenta su tamaño total, más los 7,1 centímetros que ha crecido la batalla se notan sobre todo en los asientos traseros y en un buen y cuadrado maletero, aunque algo profundo.

Sin embargo, en la vista lateral del Astra hay un pero para los detractores de los zapatos grandes, menos cada día la verdad. Con la intención de remarcar esa robustez y darle más músculo al conjunto general, los pasos de rueda son grandísimos y muy marcados. Con llantas descomunales de 19 pulgadas como las del modelo expuesto no pasa nada, ¿pero que ocurrirá cuando la rueda ahí alojada lleve una llanta de 16 ó 17 pulgadas normal y corriente? Pues eso, que el aspecto será un poco de monopatín a pesar de que la lógica de consumos recomiende su uso.
Una vez en el interior se ha hecho un esfuerzo por que los materiales no desentonen en un conjunto que se pretende de mayor calidad y empaque, y aquí tengo que decir que debemos esperar para ver como llegan las versiones de producción, pues los materiales y olores que pude experimentar en el taller que llevaron a cabo en la muy parisina Place des Vosgues no me convencieron del todo. Había plásticos duros y telas faltas de atractivo que seguro mejoran, pues el empeño en colocar materiales de calidad está en el dossier de prensa.

La estética del puesto de mando es de nuevo de gran parecido al Insignia con una profusión de botones quizá algo excesiva pero con un cockpit bien enfocado al conductor. Algo que si me gusto mucho es el estudio que han hecho para que los 20 objetos más comunes que lleva un conductor tipo en Europa tengan cabida en algún hueco pensado ex profeso para ellos, algo muy de agradecer y que supone que sólo se puede apreciar tras su uso continuado.
A modo de resumen, y tal como comentaba Malcom Ward, jefe de diseño exterior de Opel y Vauxhall, el objetivo era conseguir en el diseño del Opel Astra que se viese a simple vista a que familia pertenece, y las dudas quedan despejadas al primer vistazo. ¿Es eso una ventaja?, cuestión de gustos creo yo, pero de bien nacidos es ser agradecido.


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