
Corrían nuevos tiempos a finales de la década de los cincuenta, la magra crisis después de la guerra estaba de salida y la gente ya quería algo más que un básico medio de transporte, el pequeño e icónico Isseta se acercaba al fin de sus días de gloria.
Para adaptarse a la nueva demanda BMW inicialmente intentó hacer profundas modificaciones sobre la plataforma del pequeño Isseta para aumentar su reducido espacio interior y mejorar su capacidad para cargar pasajeros, de ahí salió el 600, que con el tiempo no dio los resultados que BMW esperaba, pues el público deseaba algo más grande, un concepto de auto más allá de esta ingeniosa fórmula con una puerta delantera, que ya resultaba demasiado simple para los tiempos que corrían.
Partiendo de varios componentes de comprobada resistencia que ya habían sido empleados en el 600 los ingenieros de BMW optaron por modificar de una manera profunda y mucho más esmerada varias partes a nivel estructural para gestar prácticamente un nuevo modelo. El propulsor de 600 centímetros cúbicos fue modificado y su tamaño aumentó a unos igualmente modestos 700.
