
Corrían nuevos tiempos a finales de la década de los cincuenta, la magra crisis después de la guerra estaba de salida y la gente ya quería algo más que un básico medio de transporte, el pequeño e icónico Isseta se acercaba al fin de sus días de gloria.
Para adaptarse a la nueva demanda BMW inicialmente intentó hacer profundas modificaciones sobre la plataforma del pequeño Isseta para aumentar su reducido espacio interior y mejorar su capacidad para cargar pasajeros, de ahí salió el 600, que con el tiempo no dio los resultados que BMW esperaba, pues el público deseaba algo más grande, un concepto de auto más allá de esta ingeniosa fórmula con una puerta delantera, que ya resultaba demasiado simple para los tiempos que corrían.
Partiendo de varios componentes de comprobada resistencia que ya habían sido empleados en el 600 los ingenieros de BMW optaron por modificar de una manera profunda y mucho más esmerada varias partes a nivel estructural para gestar prácticamente un nuevo modelo. El propulsor de 600 centímetros cúbicos fue modificado y su tamaño aumentó a unos igualmente modestos 700.

El concepto de la carrocería del nuevo producto provino de los vehículos estadounidenses, pero adaptado a las tierras europeas en cuanto a tamaño, y en su diseño intervinieron manos de varios carroceros italianos. El resultado fueron dos variantes: un sedán y un cupé, configuraciones que seguirían fabricándose hasta nuestros días. Otra de las innovaciones presentadas en el naciente proyecto era que por primera vez un BMW tendría estructura monocasco, lo que permitiría un considerable ahorro de peso (30 kilos) y además bajaría el centro de gravedad en hasta 70 mm.
Fue el 9 de junio de 1959 cuando finalmente se reveló ante la prensa especializada este crucial proyecto para la marca, que tomó la denominación 700, el coche mostrado fue un coupé que fue recibido con gran ovación, pues era un cambio drástico para el fabricante alemán, el comienzo de una nueva época.


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