A falta del visto bueno de las administraciones públicas implicadas, es decir el gobierno sueco, General Motors y Spyker Cars parecen haber firmado por fin un acuerdo de compra de Saab Automobile AB. Esta gran noticia pondría fin a un culebrón que ha durado demasiados meses para una de las marcas icónicas y llenas de Historia del país del norte de Europa. Esperemos que para mediados de febrero la solución sea clara. Por ahora, brindemos con bioetanol.
El hecho de que la empresa siga funcionando con una normalidad destacable es otro signo positivo, y el nuevo Saab 9-5 en versión familiar ha sido avistado de pruebas con camuflaje en numerosas ocasiones, han trasladado la producción del 9-3 Cabrio a Suecia e incluso se han fabricado 49 unidades del Saab 9-4X en la planta de Ramos Arizpe. Es un modelo que no se ha lanzado al mercado, luego son unidades preserie para hacer tests, nada lógico con un supuesto cierre de empresa.
Según las primeras informaciones el acuerdo se podría haber cerrado con el pago por parte de Spyker de algo más de 50 millones de euro en metálico y otros 230 millones en derechos de acciones. Habrá que esperar a la decisión del Banco Europeo de Inversiones que tendrá que avalar la transacción con un préstamo de 400 millones de euros.
Spyker cuenta con poco más de 100 trabajadores y una producción inferior a 50 vehículos anuales. Ahora con la adquisición de Saab y sus infraestructuras contará con la fábrica de Trollhättan, sus más de 3400 trabajadores y su capacidad productiva de aproximadamente 90.000 vehículos al año. En principio el beneficio mútuo está claro. Spyker se beneficiará de todos los recursos técnicos y logísticos de Saab mientras la marca sueca recibirá el impulso que hasta ahora no había recibido y tendrá una segunda oportunidad para despegar junto a su nuevo búque insignia, el Saab 9-5.


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