Aprovechando la venta de la casa Volvo a la china Geely, y ante las consecuencias inciertas que ello puede depararnos, he hecho una prueba de uno de los modelos más míticos que la casa sueca tiene en el mercado desde que a principios de los 90 el Volvo 850 SW hiciera furor, el XC70, pionero entre los vehículos familiares para todo uso que se caracteriza por una estética consagrada, mucho espacio y aptitudes suficientes en todo tipo de circunstancias.
Un completo arsenal de tecnología de seguridad ha sido desde siempre una de las principales cartas de presentación de la marca nórdica, y en su última versión una de las berlinas familiares más reconocible del mercado se ha mantenido al día incorporando los últimos avances en esta materia, todo ello vestido con una estética que sigue manteniendo el gancho de lo clásico.

La mecánica elegida ha sido la más comercial, es decir el XC70 D5 AWD, que monta el conocido bloque de cinco cilindros y 2.400cc. de Volvo, dándose la circunstancia de que la unidad de pruebas llevaba el motor de 185CV, una variante que se muestra algo anticuada pues recientemente ha sido sustituida en la gama por la nueva y potenciada versión D5 de 205 CV. Aún así homologa un consumo medio de 8,3 litros a los 100 Km, una cifra que podría verse reducida si llega a los concesionarios la tan de moda versión ecológica Drive que tiene su hermano de gama el V70.
XC70 D5 AWD: completo
Este motor proporciona una sensación de aceleración contundente y viaja por autopista como una locomotora, pero se muestra menos uniforme y refinado que modelos de la competencia como el Audi Allroad probado hace poco. El cambio manual que incorporaba no ayuda a mejorar el conjunto, por lo que la transmisión automática (ambas de 6 marchas) resulta una inversión rentable tanto por su suavidad de funcionamiento como por los recorridos y tacto de la caja manual, y eso a pesar de que este automatismo cuesta más de 2.000 euros.
Una vez en marcha, la carrocería del Volvo con los ajustes de la suspensión de serie balancea más de lo deseable, con lo que la sensación de tener el coche completamente controlado se ve penalizada en los giros lentos, en los cambios bruscos de apoyo y en conducción al ataque. En estas circunstancias, el tacto de la dirección se vuelve algo chicloso para disfrutar de la conducción deportiva, poniendo de manifiesto que se trata de un vehículo pensado para viajar con la mayor comodidad, espacio y seguridad posibles. Como opción se puede instalar el “chasis activo Four C”, previo desembolso de 1.620€, que elimina gran parte de este contratiempo.
Cuando el asfalto se vuelve deslizante o decidimos abandonarlo, el sistema de tracción total junto con la ayuda de los dispositivos electrónicos, como el control de la velocidad de descenso, permitirán rodar con garantías. La ausencia de reductora no puede verse como un hándicap para un modelo que no tiene aspiraciones trialeras, así que siempre y cuando hablemos de desniveles y obstáculos de dificultad contenida, casuística habitual para el 100% de sus usuarios, no habrá que preocuparse.
Continuará…



Pionero entre los suyos y con una estampa inigualable. Que gran coche.