Yamaha fue pionera en posicionar un scooter de altas prestaciones en el mercado con la T-Max 500, y como el que da primero da dos veces, nadie ha podido hacerle sombra en este campo. La segunda generación de la Yamaha T-Max 500 supone una evolución en su comportamiento deportivo y un aumento de la practicidad respecto al modelo que se presentó que en el Salón de Milán del año 2000. Ello se debe a nuevos detalles que la hacen más ergonómica, ya que finalmente los ingenieros de la casa de los diapasones no han querido entrar en la guerra de cilindrada y prestaciones a la que su principal rival había retado, la Gilera GP800, que tiene casi el doble de potencia aunque también es más pesada.
Gracias al nuevo y agraciado diseño, la Yamaha T-Max II muestra una línea mucho más agresiva y atractiva, consiguiendo una silueta muy ligera a pesar de ser un scooter, y para redondear el conjunto se han mejorado aspectos como el confort o la capacidad de carga, con un espacio bajo el asiento más amplio (en el que cabe un casco integral o dos jet) y una guantera más en la parte delantera. También aumenta la capacidad del depósito de combustible, que sube hasta los 15 litros para reducir las visitas a la gasolinera.

