La renovación del SUV grande de su gama es clave en la familia Porsche, y la llegada del Macan ha sido un acicate para renovar en profundidad mecánica al Cayenne con motores hasta un 35% más eficientes y un 25% más potentes. Su equipamiento también gana muchos enteros, y la estética se afila para seguir siendo uno de los más bonitos de la categoría.
La marca de Stuttgart le debe todo lo que es a su SUV estrella, pues las casi 600.000 unidades comercializadas del que en su momento se llamo “el tercer Porsche” han permitido a la firma afrontar un desarrollo de gama impensable cuando a finales de los 90 la cúpula de Porsche AG se planteaba qué dirección comercial tomar. En aquella época sólo existían el incombustituible Porsche 911 y el Boxster y la llegada del Cayenne permitió a la compañía acometer nuevos proyectos como el Cayman, el Panamera o el novísimo Macan.
Para no perder comba llega la que se puede considerar tercera generación del Cayenne, ya que la actual, que vio la luz en 2010, ha sido actualizada en muchos y diversos puntos aunque estéticamente no se aprecien grandes cambios. Debajo del capó se esconden las novedades de mayor calado, y tanto el Cayenne S como el E-Hybrid son los grandes beneficiados de sus avances en eficiencia y prestaciones. Con el nuevo V6 biturbo heredado del Panamera, la versión S dice adiós al antiguo V8 y aumenta su potencia un 25% consumiendo un 35% menos, mientras que el híbrido pasa a ser enchufable con la misma disposición mecánica que la berlina también.

