El ambicioso Proyecto Estratégico PERTE VEC sigue sin cumplir sus expectativas: en el primer semestre de 2025, la producción de vehículos en España cayó un 8,4 %, con más de 111.000 unidades menos fabricadas respecto al mismo periodo del año anterior. La industria sufre la debacle mientras la adaptación a la electrificación encuentra más barreras que soluciones.

El PERTE VEC no ha logrado revertir la tendencia: la producción automotriz española se encuentra en caída desde principios de 2025, comprometiendo el papel de España como segundo fabricante europeo. A día de hoy, la electrificación es todavía marginal en cifras y no logra compensar el desgaste de los modelos tradicionales. Sin ayudas claras al consumo, con la industria aún adaptando líneas y sin una interlocución estratégica firme, la promesa del PERTE se queda en gran parte incumplida. La gran oportunidad de liderazgo en electromovilidad europea sigue sin materializarse.
El Gobierno lo presentó como la gran palanca industrial para convertir a España en líder europeo del coche eléctrico. Pero cuatro años después del lanzamiento del PERTE VEC, el balance no puede ser más decepcionante. En lo que va de 2025, la producción de vehículos en España ha caído un 8,4%, los fabricantes paralizan líneas para adaptarlas a tecnologías que aún no despegan, y las ayudas prometidas siguen sin llegar con eficacia. La industria habla claro: el plan estrella del Ejecutivo no ha cumplido ni una de sus promesas.
La caída de la producción confirma el fracaso
Los datos son claros. En el primer semestre de 2025, según la patronal ANFAC, se han fabricado 1.220.595 vehículos en España, un 8,4% menos que en el mismo periodo de 2024. La cifra, más allá de su contundencia, revela un deterioro estructural: son ya cinco meses consecutivos de descensos en la producción, con fábricas emblemáticas como las de Stellantis en Vigo, Renault en Valladolid o Ford en Almussafes ajustando turnos y plantilla.
El mes de mayo fue especialmente negativo, con una caída del 11,7%. En febrero, el retroceso fue del 6,8%. Junio cerró también en negativo, con un 1,5% menos de vehículos producidos. Y la tendencia no parece que vaya a cambiar en la segunda mitad del año. El enfriamiento del mercado europeo, el retraso en las inversiones y la falta de estímulos a la demanda han generado un cóctel que amenaza con hundir aún más a una de las principales industrias del país.
Las promesas del PERTE VEC se diluyen
El Proyecto Estratégico para el Vehículo Eléctrico y Conectado (PERTE VEC) se lanzó en 2021 como uno de los grandes ejes del Plan de Recuperación financiado con fondos europeos. Se anunciaron 24.000 millones de euros en inversión público-privada, la reindustrialización del sector, la instalación de gigafactorías de baterías y la reconversión de las plantas tradicionales hacia la electromovilidad.
Pero la ejecución ha sido errática. La primera convocatoria del PERTE apenas ejecutó un tercio del presupuesto disponible. La segunda mejoró en cifras, pero no en confianza. Las empresas denuncian procesos farragosos, cambios normativos constantes, plazos imposibles y falta de claridad en los criterios de adjudicación.
“El Gobierno ha confundido anunciar con hacer”, denuncian fuentes del sector. “En lugar de diseñar una política industrial sólida, han intentado gestionar desde los PowerPoint, y así es imposible que un fabricante decida invertir cientos de millones en España con la que está cayendo”.
La electrificación se resiste
Mientras en países como Francia, Alemania o Noruega la electrificación del parque automovilístico avanza con decisión, en España sigue sin despegar. A junio de 2025, los vehículos electrificados representan solo el 9,7% de la producción total. La cuota de eléctricos puros se mantiene estancada, y aunque los híbridos enchufables crecen, no compensan la caída de los modelos tradicionales.
En junio se produjeron apenas 14.578 vehículos electrificados, un 9,3% del total. La patronal lo ve con preocupación. “No podemos mantener nuestra posición como segundo fabricante europeo si no lideramos también la transición tecnológica”, advierte ANFAC. Y para eso, recuerdan, hacen falta tres cosas: ayudas al consumo, puntos de recarga y una planificación realista.
El problema es que, tras la eliminación del Plan Moves III, no hay ningún plan de incentivos en vigor. Los consumidores no compran eléctricos por precio, por miedo a no poder cargarlos y por la inseguridad regulatoria. Y los fabricantes no producen lo que no se vende.
Las fábricas se adaptan… cerrando líneas
Uno de los efectos más perversos del PERTE ha sido el cierre temporal de líneas de producción para adaptarlas a los nuevos modelos electrificados. Volkswagen en Martorell y Navarra, Renault en Palencia o Stellantis en Figueruelas han reducido su actividad para transformar sus instalaciones. Pero la falta de pedidos, la demora en los fondos y la incertidumbre sobre el futuro de algunos modelos han hecho que esas adaptaciones sean más dolorosas que rentables.
“Estamos parando plantas para adaptarnos a una tecnología que aún no tiene demanda suficiente”, resume con frustración un responsable de operaciones de una marca francesa. “Y lo hacemos con unas ayudas que no llegan o que, cuando llegan, ya no sirven para lo que fueron pensadas”.
Una estrategia sin dirección
El Gobierno insiste en que el PERTE sigue vivo y que pronto se lanzará una tercera convocatoria “más ágil y centrada en proyectos de alto impacto”. Pero el escepticismo es ya generalizado. La industria pide hechos, no anuncios. Y, sobre todo, pide una estrategia clara: sin ayudas al consumo, sin red de recarga suficiente y sin una hoja de ruta a largo plazo, España corre el riesgo de quedarse atrás.
La patronal ANFAC lleva meses advirtiendo que el país se está jugando su posición industrial en Europa. La electrificación no es una opción, es una obligación. Y si el ecosistema no acompaña, las multinacionales llevarán su producción a otras plantas donde sí se sientan respaldadas.
Qué debe hacer el Gobierno para reconducir el PERTE VEC
1. Reintroducir ayudas al consumo. Sin demanda, no hay producción. El Gobierno debe diseñar un nuevo esquema de ayudas que sea directo en el punto de venta (sin trámites posteriores), incluya también eléctricos usados y renting y esté vinculado a criterios de renta y necesidad profesional.
2. Agilizar la gestión de fondos y simplificar trámites. El proceso actual para acceder a las ayudas del PERTE es lento, complejo y desincentiva la participación. Es imprescindible establecer ventanillas únicas para proyectos estratégicos, dar mayor autonomía a las comunidades autónomas en la gestión y fijar plazos claros de resolución y justificación adaptados al calendario industrial.
3. Apostar por un plan nacional de puntos de recarga. La electrificación solo será real si va acompañada de una infraestructura sólida. España sigue a la cola de Europa en puntos de recarga por habitante. Se necesita una inversión masiva en cargadores rápidos y ultra-rápidos en autovías y ciudades, un marco regulatorio claro y unificado para su instalación así como la obligatoriedad de puntos de recarga en aparcamientos públicos y edificios nuevos.
4. Coordinar una estrategia de país a largo plazo. Más allá del PERTE, España necesita una política industrial coherente para el automóvil. El Gobierno debe liderar un pacto de Estado con todos los actores implicados (fabricantes, sindicatos, comunidades autónomas) para definir: Qué se quiere producir, dónde y con qué tecnología, cómo se va a formar a los trabajadores para ese nuevo modelo y qué papel jugará España en la cadena de valor europea de las baterías.
El coche eléctrico no puede ser una imposición: necesita aliados
El mayor error del Ejecutivo ha sido plantear la electrificación como una obligación impuesta desde Bruselas, sin un entorno que la haga viable. Sin puntos de carga, sin ayudas al consumo, sin inversión productiva real, el coche eléctrico se convierte en una utopía inalcanzable. Y con ella se desploma todo un modelo industrial.
Aún estamos a tiempo. España tiene infraestructuras, trabajadores cualificados y una tradición industrial sólida. Pero necesita decisiones firmes, cooperación público-privada y una estrategia que vaya más allá del titular fácil o la rueda de prensa triunfal.
Conclusión: no es tarde, pero lo será pronto
El declive de la producción en 2025 no es inevitable, pero sí es una señal clara de alarma. El PERTE VEC aún puede ser útil, pero necesita un rediseño profundo. Y el Gobierno, más que prometer, debe actuar. La industria, por su parte, tiene que acelerar su transformación y empujar en la misma dirección.
Si no se corrige el rumbo en los próximos meses, España perderá trenes industriales que no vuelven. Y con ellos, decenas de miles de empleos y un peso económico que costará décadas recuperar.

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