Aunque en España apenas representan el 0,5% del parque automovilístico, las marcas chinas empiezan a ganar protagonismo en otros mercados europeos gracias a su apuesta por los eléctricos y a precios más competitivos que los de los fabricantes tradicionales. La lenta transición española hacia la electromovilidad explica un retraso que podría acentuarse si no se renueva el parque móvil, uno de los más envejecidos de la UE.

La irrupción de los fabricantes chinos de automóviles en Europa es uno de los fenómenos más comentados en la industria del motor de los últimos años. Sin embargo, España sigue siendo una excepción. Según el informe La posventa (in)sostenible, elaborado por la firma tecnológica Solera, las marcas chinas apenas representan todavía un 0,5% del parque automovilístico nacional, una cifra que refleja el tímido avance de un sector que en otros países de nuestro entorno ya ha comenzado a generar preocupación en los fabricantes tradicionales.
El dato contrasta con la fuerte presencia que los eléctricos de origen chino están adquiriendo en mercados como Alemania, Francia o los países nórdicos, donde la transición hacia la movilidad eléctrica está mucho más acelerada. En el caso español, la combinación de un parque móvil envejecido, una dependencia todavía alta del diésel y la gasolina, y un ritmo lento en la matriculación de vehículos electrificados, explica el retraso.
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