
Pese al duro golpe que supuso el ataque informático que paralizó su producción en septiembre, el fabricante británico, propiedad de Tata Motors, ha conseguido una inyección de liquidez de 2.000 millones de libras que le permitirá estabilizar sus cuentas y reanudar de forma gradual la fabricación de sus modelos más emblemáticos. JLR confía en que el reinicio controlado de sus plantas marque el comienzo de una recuperación sólida en ventas y en confianza del mercado.
Jaguar Land Rover (JLR), propiedad del grupo indio Tata Motors, atraviesa una de sus crisis más delicadas de los últimos años. El mayor fabricante británico de automóviles ha solicitado una financiación de emergencia por valor de 2.000 millones de libras (unos 2.294 millones de euros) a un grupo de bancos internacionales con el objetivo de contener la presión financiera provocada por el ciberataque que sufrió a principios de septiembre y que paralizó buena parte de sus operaciones globales.
De acuerdo con la información publicada por Economic Times, Standard Chartered Bank, Citigroup y Mitsubishi UFJ ya han accedido a ofrecer la línea de crédito, que posteriormente se sindicaría entre un grupo mayor de entidades. El préstamo tendría una vigencia de 18 meses e iría acompañado de acuerdos de respaldo, con la intención de demostrar que JLR mantiene liquidez suficiente para capear el impacto de la crisis. Esta línea de financiación se suma a otro crédito de 1.500 millones de euros avalado por UK Export Finance, que la compañía deberá amortizar en un plazo de cinco años.
Un ataque que ha hecho tambalear la cadena de suministro
El ataque informático ha generado un efecto dominó en la cadena de suministro del Reino Unido y de otros países donde Jaguar Land Rover tiene actividad. Las fábricas de Reino Unido, Eslovaquia, Brasil e India permanecieron cerradas desde principios de mes, lo que no solo detuvo la fabricación de modelos clave como el Land Rover Defender o el Range Rover Sport, sino que también retrasó entregas y afectó directamente a concesionarios y clientes.
Los proveedores, por su parte, se vieron en una situación límite al acumularse pagos pendientes. La compañía ha comunicado que parte de sus sistemas ya están restablecidos, lo que le permite empezar a procesar facturas y reactivar la logística de piezas. Aun así, JLR ha admitido que la vuelta a la normalidad será lenta y escalonada, con un reinicio “controlado y por fases” de la producción, que debería arrancar de manera parcial en los próximos días y con el horizonte del 1 de octubre como fecha para retomar la fabricación en algunos centros.
El golpe a las ventas y a la facturación
Más allá del daño reputacional y organizativo, el mayor impacto del ciberataque se ha dejado sentir en las ventas y en la generación de ingresos. Septiembre, un mes tradicionalmente fuerte para la industria británica por el inicio de nuevas matriculaciones, se convirtió en un periodo de pérdidas para Jaguar Land Rover.
Según estimaciones del sector, cada semana de parón ha supuesto dejar de fabricar entre 12.000 y 15.000 vehículos, lo que equivale a un agujero de cientos de millones de libras en ventas no materializadas. Modelos de alta rentabilidad, como los Range Rover y Range Rover Sport, se vieron directamente afectados, lo que agrava el impacto en la facturación global de la compañía.
En un mercado europeo que lucha por mantener el pulso frente a la desaceleración de la demanda y la fuerte competencia de fabricantes chinos de eléctricos, perder un mes entero de producción coloca a JLR en una posición complicada. Las matriculaciones de septiembre han quedado muy por debajo de lo previsto, lo que lastrará los resultados del trimestre y podría obligar a revisar los objetivos financieros del ejercicio.

Tata Motors, bajo presión
La crisis de Jaguar Land Rover no es solo un problema para la firma británica, sino también para su matriz, Tata Motors. El grupo indio ha confiado en JLR como motor de rentabilidad en los últimos ejercicios, gracias a la fuerte demanda de sus SUV de lujo y a la reestructuración operativa emprendida desde 2020.
Con el ataque cibernético, Tata Motors se enfrenta al riesgo de que los buenos resultados cosechados en los dos últimos años se vean erosionados. Los analistas ya anticipan un impacto directo en las cuentas trimestrales, con pérdidas de ingresos que podrían superar fácilmente los 1.000 millones de libras si la producción no se normaliza con rapidez.
Recuperación incierta
Jaguar Land Rover insiste en que su proceso de recuperación está en marcha y que las primeras líneas de producción volverán a estar operativas “en los próximos días”. Sin embargo, la compañía reconoce que será un proceso lento y que la vuelta al 100% de su capacidad podría demorarse varias semanas más.
La empresa también ha confirmado que parte de los datos de clientes podrían haberse visto comprometidos durante el ataque y que se pondrá en contacto con las personas afectadas en caso de que se confirme una filtración significativa. Un golpe adicional para la confianza en la marca en un sector donde la ciberseguridad y la protección de datos son cada vez más críticos.
En este contexto, la financiación de emergencia se convierte en un salvavidas esencial para mantener la liquidez y asegurar que la compañía pueda cumplir con sus compromisos a corto plazo. La gran incógnita será cuánto tardará JLR en recuperar el ritmo normal de ventas y si este tropiezo comprometerá la senda de crecimiento que había logrado recuperar tras los años más duros de la pandemia.

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