
Las grandes marcas del automóvil estadounidense viven un renacer bajo la nueva política industrial de la Casa Blanca. Ford y General Motors han cerrado el tercer trimestre con subidas de ventas superiores al 8%, encadenando récords tanto en vehículos de combustión como en eléctricos e híbridos. El proteccionismo económico de Donald Trump, unido a la fidelidad del consumidor local y a una estrategia de producto que combina tradición y electrificación, ha devuelto a estas compañías un protagonismo que no alcanzaban desde hace una década.
El sector del automóvil en Estados Unidos vive un momento de euforia. Tras varios años de incertidumbre en torno a la transición energética, las tensiones comerciales con China y el debate sobre el futuro de los combustibles fósiles, las dos grandes marcas históricas del país, Ford y General Motors, están experimentando un repunte de ventas que no se veía en más de una década. Una tendencia que muchos analistas vinculan con el nuevo rumbo político impulsado por Donald Trump, en el que el proteccionismo, la apuesta por la industria nacional y una regulación más flexible en materia medioambiental están marcando la pauta.
Ford encadena siete meses de crecimiento
Los datos más recientes de Ford son elocuentes. La compañía ha incrementado sus ventas en Estados Unidos un 8,2% interanual en el tercer trimestre, sumando siete meses consecutivos de ganancias y matriculando 545.522 unidades entre junio y septiembre. En el acumulado de 2025, el crecimiento es del 7,2%, un ritmo sostenido que ha sorprendido incluso a la propia compañía.
“El crecimiento de este trimestre muestra la inigualable flexibilidad y amplitud de nuestra cartera”, destacó Andrew Frick, presidente de Ford Blue y Model e, tras la publicación de los resultados.
El verdadero impulso de Ford se está produciendo en el terreno de la electrificación. En el tercer trimestre vendió un récord de 85.789 vehículos electrificados, lo que supone un incremento del 19,8% respecto al mismo periodo de 2024. En conjunto, estos modelos ya representan el 15,7% de sus ventas, frente al 13,5% del trimestre anterior. Dentro de ese segmento, los híbridos alcanzaron 55.177 unidades, mientras que los eléctricos puros marcaron otro máximo con 30.612 unidades vendidas, un 30,2% más.
Sin embargo, el grueso del negocio de Ford sigue dependiendo de los motores tradicionales: los vehículos de combustión representaron el 84% de las ventas en el tercer trimestre, con más de 459.700 matriculaciones. En lo que va de año, los electrificados han sumado 242.298 unidades, pero los de combustión superan los 1,4 millones, demostrando que la transición energética en EE.UU. aún convive con la fortaleza del motor convencional.

General Motors alcanza su mejor cuota en una década
General Motors no se queda atrás. El gigante de Detroit ha logrado en el tercer trimestre un aumento del 8% en sus ventas, mientras que en el acumulado de los tres primeros trimestres de 2025 la cifra asciende a un 10%, con un total de 2,2 millones de vehículos. Se trata del mejor ritmo de crecimiento en más de diez años.
La cuota de mercado de GM hasta septiembre alcanzó el 17,2%, el mejor dato desde 2015. Y, al igual que Ford, los eléctricos se han convertido en un motor clave: la firma entregó un récord de 66.501 unidades eléctricas en el tercer trimestre, un 107% más, y ya acumula 144.668 en lo que va de año, doblando literalmente las cifras de 2024.
“Nadie está en una posición más sólida para afrontar un mercado estadounidense en constante cambio que GM”, aseguró Duncan Aldred, vicepresidente senior y presidente de GM para Norteamérica. “Contamos con la mejor gama de vehículos de combustión interna y eléctricos que jamás hayamos tenido”.
Trump y la estrategia de “América primero”
El crecimiento de las grandes automotrices no puede entenderse sin el contexto político. Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha retomado su estrategia de “America First” con medidas que han favorecido directamente a las empresas nacionales.
En primer lugar, la Administración republicana ha reforzado los aranceles a la importación de vehículos y componentes procedentes de China, lo que ha reducido la competencia de marcas emergentes como BYD en el mercado estadounidense. Además, se han flexibilizado algunos requisitos regulatorios que habían generado costes adicionales a los fabricantes en la etapa demócrata, especialmente en lo relacionado con las exigencias de emisiones.
A ello se suma una política de incentivos fiscales selectivos que han beneficiado tanto a los modelos electrificados de producción nacional como a los grandes “best sellers” de combustión que siguen dominando el mercado estadounidense, como los pick-ups de Ford y Chevrolet.
Una industria entre dos mundos
Pese a los récords, la industria americana se mueve en un terreno ambiguo. La electrificación avanza a buen ritmo, con Ford y GM batiendo cifras históricas, pero los motores tradicionales siguen siendo el núcleo del negocio. Los consumidores estadounidenses, que se inclinan por vehículos grandes y potentes, mantienen la demanda de modelos a gasolina, al tiempo que crece una nueva base de clientes dispuestos a apostar por eléctricos si el precio y la autonomía son competitivos.
El éxito de las marcas americanas refleja esa doble velocidad: mientras Europa endurece sus objetivos de emisiones y China se vuelca en una ofensiva eléctrica sin precedentes, Estados Unidos combina el apoyo al vehículo eléctrico con una defensa cerrada del motor de combustión, protegido por una política que favorece a la industria local.
Perspectivas para 2026
Los analistas anticipan que 2026 será un año clave. Si la política de Trump se mantiene en la misma línea, Ford y General Motors podrían consolidar un liderazgo difícil de disputar en su propio mercado. La clave estará en la capacidad de mantener márgenes de beneficio en un entorno de tipos de interés todavía elevados y de responder a la creciente presión competitiva de las marcas asiáticas en el terreno eléctrico.
Por ahora, los números hablan por sí solos: las dos grandes del automóvil estadounidense viven un momento dulce, impulsado por la combinación de una política proteccionista, la fidelidad del consumidor local y la habilidad de estas compañías para jugar en los dos tableros a la vez: el del motor clásico y el del coche del futuro.

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