La tercera generación del urbano más famoso del mundo ha crecido en todas sus cotas para ofrecer una mejor habitabilidad sin alterar su comportamiento. La silueta sigue siendo inconfundible y su ADN chic le mantiene como el modelo más distinguido de todos. Son ya trece los años que han pasado desde la llegada del Mini del S.XXI, y la continuidad ha sido la nota dominante de las dos generaciones que han vuelto a enamorar a generaciones de usuarios de todo pelaje y condición. La gama ha crecido con versiones para cada tipo de cliente, y además de las carrocerías Clubman, cabrio y coupé, el Countryman acercó al urbanita inglés a un nicho de moda con el que ha demostrado que se puede enfrentar a todo, llegando a lo más alto de la competición con su participación en el mundial de Rallyes y en el Dakar como ya lo hiciera “el abuelo” en los 70.
El Mini 2014, con código interno F56, llega a los concesionarios el próximo 27 de marzo tras someterse a una revisión de todos los conceptos implicados en la conducción hoy en día, así que ahora es más grande, más seguro y más tecnológico, pero tras los primeros kilómetros a sus mandos por algunas de las mejores carreteras de la comunidad de Madrid damos fe de que su alma se mantiene intacta, con ese feeling de Go Kart del que tanto gustan alardear en la marca. Un simple vistazo nos deja sus señas de identidad inconfundibles, y la icónica silueta será reconocida hasta por el más neófito de la materia gracias a sus faros redondos, por fín con iluminación diurna integrada, y sus cuadriculadas formas.


