
Para diferenciar al nuevo Defender habrá que fijarse en la forma del capó como único cambio exterior. Todo lo demás corresponde a modificaciones técnicas y a una mejora del interior para hacerlo más práctico y aprovechable. Al volante la puerta izquierda sigue demasiado pegada al hombro para lo que los estándares actuales nos han acostumbrado, pero el asiento del acompañante está tan lejos que la sensación es de total contrapunto. Como todo en este coche. Los asientos traseros (en la versión 90 que probé son dos de serie) vienen plegados para favorecer el espacio de carga como antaño, y una vez en uso llaman la atención por la altura a la que quedan. Parece que vas en un piso superior. Los anclajes de estas dos plazas se han mejorado, ya que ahora se pueden bloquear de una forma más segura. Cuando se recogen y se pliegan quedan alineados con el lateral del habitáculo dejando un espacio de carga central largo y ancho.







